Editorial de Fundación Terram | 3 de julio de 2019.
Entre el 17 y 27 de junio se llevó a cabo la Conferencia de Cambio Climático de Bonn, donde Chile, como país anfitrión de la próxima Conferencia de las Partes (COP25), lideró las negociaciones que se discutieron a lo largo de las jornadas de trabajo. En comparación a otros años, nuestro país presentó un gran equipo de negociación, que en envergadura supera las 30 personas que -provenientes desde los distintos ministerios involucrados en la organización de la COP25- son las que deberían empujar la ambición climática de los países.
En este aspecto, desde Fundación Terram creemos que se hace necesario que nuestro país lidere con el ejemplo, dando muestras concretas de su compromiso con el cambio climático, y no solo unas pocas señales y anuncios que tardan en concretarse o, de plano, nunca se materializan a nivel nacional. Asimismo, es necesario que Chile empuje esta instancia con coraje, para que el resto de las naciones –o partes-, aumenten sus compromisos de acuerdo a lo dictaminado por la ciencia.
En 2018, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) señaló que desde la era preindustrial hasta hoy, la temperatura ha aumentado en 1°C, lo cual ya está generando grandes impactos a nivel ecológico en el planeta. Con ello, el IPCC enfatizó que es necesario que limitemos el aumento de la temperatura a 1,5°C al año 2030 si queremos conservar el mundo muy parecido a como lo conocemos hoy, ya que con un aumento 2°C ó 3°C, aumentarían considerablemente los eventos meteorológicos extremos, la pérdida de especies, la escasez de agua y alimentos, entre otros, afectando principalmente a las poblaciones más vulnerables.
Para limitar el aumento de la temperatura a nivel global, el IPCC señaló la urgencia de alcanzar la “carbono neutralidad” al 2050. Ante esto, es necesario que tomemos en cuenta que la cantidad de gases de efecto invernadero que ya hemos emitido, se mantendrán por siglos en la atmósfera, acelerando de todas maneras un calentamiento global. Por lo mismo, se hace urgente hacer un cambio de paradigma a nivel mundial y la COP25 tiene una carga importante: en 2020 comienza a regir el Acuerdo de París, el cual debería incluir un esfuerzo nunca antes imaginado por parte de todos los países del globo ante el escenario de cambio climático.
Es necesario que nuestros negociadores se esfuercen en respaldar las advertencias de la ciencia, para obtener compromisos globales ambiciosos. Por ello, tomar una postura de neutralidad ante las presiones de países que se oponen a cooperar para alcanzar las metas planteadas por el IPCC, no es el camino. Ad portas de la entrada en vigor del Acuerdo de París, nuestro país tiene un rol clave en este proceso y, por lo mismo, es urgente que tome una postura clara ante una crisis que se hace cada vez más latente y que terminará afectando a millones de personas, pero especialmente a los países y poblaciones más pobres que cuentan con menos recursos para adaptarse al cambio climático.