Como Coordinación Feminista de la Sociedad Civil por la Acción Climática (SCAC), reivindicamos los principios fundamentales del Ecofeminismo, en cuanto, corriente de pensamiento, movimiento social y práctica política, la cual entrega luces y orientaciones que nos permitan avanzar hacia un modelo más equitativo, justo, democrático y en equilibrio con nuestra naturaleza y el planeta.
Por Karen Pradenas Coordinación Feminista Sociedad Civil por la Acción Climática SCAC
La redacción de la Propuesta Constitucional que votaremos este 4 de septiembre es el resultado de un proceso democrático, el cual se definió como el espacio para canalizar la salida de la crisis social que se inició con el estallido de octubre del 2019. Cabe destacar que, en la redacción de esta propuesta, se reconoce por primera vez en una Constitución del mundo, el contexto de crisis climática y ecológica en el cual nos encontramos como planeta. Por otro lado, la pandemia, visibilizó y agudizó una serie de otras problemáticas, políticas, sociales, económicas que dan cuenta de un contexto de múltiples crisis que vivimos y de las cuales nuestro país no ha quedado ajeno.
Un nuevo texto constitucional, debe entregar herramientas que le permitan al Estado y a la sociedad hacerse cargo de las diversas crisis, desencadenadas por un modelo de desarrollo que se ha centrado en la acumulación de capital, la explotación de la naturaleza, el abuso y subordinación de las personas más vulnerables, así como también del trabajo doméstico y de cuidados históricamente delegado a las mujeres.
Ante tal desafío, como Coordinación Feminista de la Sociedad Civil por la Acción Climática (SCAC), reivindicamos los principios fundamentales del Ecofeminismo, en cuanto, corriente de pensamiento, movimiento social y práctica política, la cual entrega luces y orientaciones que nos permitan avanzar hacia un modelo más equitativo, justo, democrático y en equilibrio con nuestra naturaleza y el planeta. Un nuevo modelo, un nuevo paradigma que ponga en el centro la sostenibilidad de la vida y los ecosistemas. Teniendo siempre presente que, como personas somos cuerpos vulnerables e interdependientes, que tarde o temprano durante nuestras vidas requerirán de cuidado; y que como especie somos eco dependientes, ya que nuestra existencia depende de los límites físicos y ecológicos del planeta.
Desde esta perspectiva, entonces, es que consideramos que es central en esta Nueva Propuesta el reconocimiento de la interdependencia entre seres humanos y la naturaleza (artículo 8), de los derechos de la naturaleza (103) y de la crisis climática y ecológica (artículo 129). Dado que solo de la mano de este reconocimiento es posible avanzar hacia un respeto mutuo, que proteja y repare el daño que se ha hecho a la naturaleza en pos de un desarrollo equilibrado, que, a su vez, deberá tomar las medidas necesarias para afrontar los efectos y consecuencias que se derivan de la crisis climática y que amenazan con agudizar las desigualdades, principalmente las de género.
También nos parece de vital importancia el reconocimiento de los trabajos domésticos y de cuidado y la corresponsabilidad social y de género (artículo 49) y el establecimiento del derecho a los cuidados (artículo 50). Mediante los cuales logramos avanzar hacia una sociedad que pone en el centro la sostenibilidad de la vida, enmendado el rumbo respecto del rol que las mujeres han ejercido al día de hoy. Así como también, estableciendo el derecho de las personas a ser y a sentirse libres de cuidar y ser cuidadas, a lo largo de la vida y en relaciones de reciprocidad, comprendiendo, por tanto, la relación de interdependencia, que existe entre los seres humanos a lo largo de sus vidas.
A ello se suma, el establecimiento de una democracia inclusiva y paritaria (artículo 1) y la especial mención de esta en las organizaciones políticas (artículo 163), dado que la paridad es necesaria para asegurar la participación de las mujeres en los distintos espacios, con el fin de derribar elementos del patriarcado que se encuentran vigentes dentro de la sociedad, asegurando la inclusión de mujeres en la toma de decisiones y avanzando en la construcción de políticas públicas con enfoque de género.
Los artículos antes mencionados son fundamentales desde una perspectiva ecofeminista, sin embargo, el nuevo texto nos otorga una serie de otros artículos en donde se incorpora y se refuerza esta nueva valoración de la vida, la naturaleza y de las mujeres y los roles que estas han ejercido de forma histórica. Entre ellos encontramos el asegurar la soberanía y seguridad alimentaria (Artículo 54), el cual es un aspecto fundamental para avanzar en sistemas alimentarios más justos y sostenibles en el país; el derecho a un mínimo vital de energía asequible y segura (Artículo 59) reconociendo la importancia que esta tiene en el mantenimiento de la vida, el desarrollo de la vida cotidiana y de las labores domésticas y de cuidado; el derecho humano al agua y al saneamiento (Artículo 57), fundamental ante la escasez hídrica que afecta al país, principalmente zonas rurales y la cual se ha traducido en la incapacidad de satisfacer necesidades básicas de consumo, saneamiento y alimentación; el derecho a la ciudad y el acceso equitativo a servicios básicos, bienes y espacios públicos; la movilidad segura y sustentable; la conectividad y seguridad vial (artículo 52), temáticas imprescindibles para avanzar en el desarrollo ciudades que hagan de estas un lugar justo, democrático y sostenible para todes quienes la habiten.
Desde nuestra visión como Coordinación Feminista de la SCAC, y en el marco de la campaña ¡Vive la Constitución Ecológica! es que creemos que esta Nueva Propuesta Constitucional, plantea un nuevo paradigma y variadas soluciones que la hacen un pacto social con mirada ecofeminista, ya que integra elementos que velan por diversas dimensiones afectadas en torno a las mujeres y la naturaleza, las que a nuestro parecer van en la línea correcta para hacernos cargo de forma integral de la afectación e injusticias históricas que se han ejercido tanto en los cuerpos, como en los territorios.